Muere la cronista de México

Cristina Romo Hernández, conocida por todos como «Cristina Pacheco», era la contadora de historias de la gente sencilla de la Ciudad de México.
Ya fuera escribiendo o preguntando para las cámaras televisivas, lo hacía desde el respeto y la humildad.

Tenía la elegancia de la sencillez en el habla y en el trato, era una relatora de historias sin rebuscamientos.
Al hablar de y con trovadores, vendedores, boleros, cocineras, meseros, lavacoches, y demás personas de la Ciudad de México era como si lo estuviera haciendo en cualquier lugar del país.

Y así lo vio también todo México, que la siguió por medio siglo, primero en páginas de diarios y revistas y luego en radio y televisión.
Fue siempre leal a los suyos: a su esposo José Emilio Pacheco, a sus casas editoras (La Jornada y Canal 11) y sobre todo a sus lectores, a quienes nunca les falló en la constancia ni en la fidelidad al narrar la vida de los marginales.

Cristina Pacheco ya forma parte de del Mar de historias, como era el título de su conocida columna.
Sus libros y sus crónicas se quedan: son ya un ejemplo de profesionalismo y honestidad.