VOCES Y MURMULLO
& EL NARCOMENUDO EN SLP
& LECCIÓN AL TIBURÓN
Antes, en el sexenio de Juan Manuel Carreras y mientras estuvo en la Fiscalía el «Lobo» José Guadalupe Castillo Celestino y su mal llamado «Cártel de la Ministerial», el delito de narcomenudeo no era atacado; más bien era tolerado, protegido, y promovido desde las mismas filas por elementos nocivos de la Policía de Investigación que ya se encuentran tras las rejas, pues a la postre resultaron también homicidas que dieron muerte a dos hijos de una de sus mismas compañeras de dicha Policía.
Esa situación empezó a cambiar con la llegada del actual gobierno y el Fiscal hoy en funciones. Ahora se detiene a los narcomenudistas y se les vincula a proceso, mientras que otros permanecen en la cárcel. Las cifras son más que notorias, de unas cuantas detenciones que ocurrían antes, ahora estas representan cientos de capturas, de vinculaciones a proceso penal, y de sentencias condenatorias.
Esto, como bien lo han explicado las autoridades habla de un combate frontal al delito. Sin embargo, compañeros de los medios poco informados o con consigna, lo quieren ver como un aumento del delito. Cuando es lo contrario: se está sacando a los envenenadores de las calles potosinas. Y reduciendo el delito que, por cierto, es el que más muertes violentas por ejecución y descomposición causa a las familias. Esos medios de comunicación no ayudan a la sociedad, y con sus versiones torcidas se vuelven paleros de los delincuentes.
EL TIBURÓN RECIBIÓ SU LECCIÓN
Cuando se supo que Fernando “N”, el golpeador del Subway, quedaba libre luego de pasar cuatro meses en prisión, se pensó que el Juez de Control había reclasificado el delito de tentativa de homicidio por el de lesiones.
No fue así, sino que se le impuso una sentencia de tres años y seis meses, y la ley marca que cuando las penas son menores a cinco años los imputados alcanzan el beneficio de la suspensión condicional.
Eso lo libera de las rejas, pero no de varias medidas que deberá cumplir, entre ellas la reparación del daño. Le salió bastante cara esta lección. Apostaríamos que le pensará con más cuidado cuando le lleguen esas ansias gandallas de golpear incautos. Hasta a terapia psicológica lo mandaron.